Algunos
creen que la amistad se forma por el parecido; por ejemplo para Empédocles
quien afirmaba que “lo
semejante busca lo semejante”. Otros, como Heráclito, pensaban que son los
opuestos quienes se necesitan, buscan y complementan: “todas las cosas nacen
de la discordia”, “de los contrastes surge la más bella armonía”.
Aristóteles pensaba que la amistad era lo más
necesario en la vida: “nadie
elegiría vivir si no tuviera amistad, aunque tuviese todos los bienes restantes”. Creía que un amigo se necesita
más en épocas de riqueza que de pobreza, porque es imposible disfrutar de los
bienes si no se los pueden compartir con quienes se ama.
Diferenciaba tres tipos de amistad:
la amistad por interés, en la cual no hay una relación basada sobre la valoración del otro por sí mismos, sino por los bienes que pueden derivar de esa amistad, la cual deja de existir cuando el otro ya deja de aportar un beneficio.
la amistad por placer, en la que
las relaciones están fundamentadas en el placer que el amigo aporta, según
Aristóteles típicas de los jóvenes, amistades apasionadas, y muy cambiantes.
la amistad perfecta, en la que se busca
mutuamente el bien del otro, en la que hay respeto por el valor que cada uno
tiene por sí mismo. Conllevan utilidad y placer, pero no se fundamentan en
ellos. Esta amistad requiere conocimiento y trato del otro, por lo tanto
tiempo. “El deseo de amistad
nace pronto, la amistad no”.
La mayoría de la gente prefiere ser amada a amar, y por eso gusta de los
aduladores. Sin embargo, la verdadera amistad consiste más en amar que en ser
amado, como se ve en el gozo de las madres por la felicidad de sus hijos,
independientemente de que haya retribución.
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