El filósofo Manuel Cruz después de reflexionar sobre el
amor con el libro ‘Amo, luego existo’ (Espasa) ahora acaba de publicar
‘Filósofo de Guardia. Reflexiones acerca de lo que nos va pasando’ (RBA), un
libro representativo del quehacer filosófico del autor barcelonés. Cruz, catedrático
de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona y colaborador
habitual en los medios de comunicación, destaca la necesidad de que “el
intelectual, en este caso el filósofo, ha de intervenir y dejar oír su voz”.
Para él, todo es susceptible de ser pensado, y en este libro medita sobre temas
económicos, políticos, educativos hasta cuestiones relacionadas con la
intimidad, el perdón o la solidaridad.
- ¿Cuál es el papel del
filósofo en el siglo XXI?
- El filósofo tiene que intervenir y dejar oír su voz en la plaza
pública sobre aquellos asuntos que interesan a la mayoría. Ha de contribuir a
lo que Aristóteles llamó la vida buena.
- ¿Le molesta que le pregunten
constantemente para qué sirve la filosofía?
- No me molesta porque si me molestara estaría irritadísimo
(sonríe). Me he acostumbrado. Lo que me llama la atención de esta reiterada
pregunta es que es una expresión en la que la gente no acaba de saber qué tiene
que hacer con la filosofía. No deja de ser curioso porque los filósofos están muy
presentes en la vida cotidiana, en los medios de comunicación, especialmente en
Europa. Siendo optimista, la función del filósofo realmente es la de incomodar,
ser un elemento discordante que sabotea los tópicos.
- ¿El filósofo es un
saboteador?
- Lo interesante de la actitud del filósofo es su mirada. Y lo
específico de su mirada es intentar reparar en aquellas cuestiones en las que
el común de los mortales no repara.
- ¿En qué cuestiones?
- Ortega y Gasset distinguía entre ideas y creencias. Decía que
las ideas se tienen y en las creencias se está. Las creencias son aquellos
convencimientos que no se cuestionan porque todos los damos por asumidos. Pero
esos convencimientos en algún momento fueron ideas que la gente discutía. Ahora
sobre las creencias no se discute.
- ¿Hoy en día es más necesaria
la filosofía?
- El filósofo aspira a tener una mirada sobre la totalidad, lo que
en lenguaje fotográfico diríamos una mirada en gran angular, es decir,
abarcando lo máximo. Cuando leo entrevistas a filósofos suelen preguntarle
prácticamente sobre todo: el amor, la guerra, la muerte… Se espera que tenga
una mira de conjunto y el problema en un mundo tan mercantilizado como el
actual es que el punto de vista económico no sirve para abarcarlo todo. Hay
dimensiones de la realidad que si las analizas desde el punto de vista
puramente económico las desvirtúas.
- Esta reflexión la desgrana en
uno de los artículos del libro ‘La vida no es una escuela de negocios’. ¿Hoy en
día prima lo económico?
- Con esta perspectiva economicista no puedes pensar muchas
dimensiones del mundo. Por ejemplo, la cultura. Hoy se está hablando
constantemente de la universidad como si fuera una formación profesional de
grado superior y que se ha de adecuar al mercado de trabajo. Es una dimensión
del asunto ya que la universidad pública cuesta una serie de recursos y hay que
optimizarlos. Pero cuidar la propia tradición cultural es una cuestión que no
se puede analizar en términos económicos porque si no dices la barbaridad que
decía aquel ministro de Berlusconi de que no se puede vivir dela Divina
Comedia.
-¿Cree que se piensa mejor o
peor actualmente?
- Es una respuesta complicada. Se piensa más y hay más gente que
piensa claro. ¿Quién pensaba en el siglo XIX? Las grandes masas de la población
vivían al margen del pensamiento aplicado absolutamente a la supervivencia.
Ahora piensa mucha más gente y evidentemente de otra manera, tanto las élites
como las clases medias. La conciencia de la gente es cada vez más volátil. Y,
por otro lado, los medios de comunicación en un sentido muy amplio, también
incluimos internet, inciden de una forma poderosísima en las construcciones
mentales de las personas. Eso ya lo sabíamos desde los filósofos de la escuela
de Frankfurt pero ahora es una realidad abrumadora.
- ¿La falta de reflexión nos ha
llevado a la situación actual?
- Estamos donde estamos por culpa de los que correspondan que
probablemente no seamos los pobres ciudadanos. Está claro que la existencia de
ciudadanos conscientes, libres y reflexivos también es muy deseable,
precisamente para que no estemos a merced de los poderes que en estos momentos
son sobre todo económicos. Es muy importante que la sociedad ofrezca
resistencias y creo que hay indicios de que nuestra sociedad ofrece
resistencias.
[…]
-¿Cómo ve el futuro de la filosofía?
- Haría dos distinciones: el futuro de la filosofía en la sociedad
y en la educación. Desde el punto de vista de la presencia de la filosofía en
la sociedad tengo la sensación de que los que nos dedicamos a pensar, más allá
de que sea uno u otro, eso interesa objetivamente. Cuando voy a las librerías y
veo la mesa de novedades no dejan de aparecer libros dedicados a la filosofía.
También en los medios de comunicación constantemente hay referencias a
cuestiones sobre las que hablamos los filósofos y cómo las tratamos. En este
sentido, no tengo motivo para ser pesimista.
- ¿Y en el ámbito de la educación?
- Me preocupa la tendencia de plantearlo todo en términos de
relación con el mercado. En estos momentos para las autoridades ministeriales
solo contamos como profesores de humanidades en secundaria y ya está. El
destino que diseñan estas autoridades es intentar que las facultades
universitarias sean lo más polivalentes posibles para que los profesores de
secundaria también sean polivalentes y que el mismo profesor pueda enseñar
literatura o filosofía. Las autoridades ministeriales no están en absoluto
transmitiendo la idea de que las humanidades son importantes por sí mismas
porque hay bienes que salvaguardar. No solo me refiero a la herencia cultural,
que es muy importante, sino también a la formación de un tipo de ciudadanos que
no son solamente mano de obra cualificada.
- Uno de los tópicos sobre los
filósofos es que plantean muchas preguntas y realizan pocas respuestas.
¿Comparte esta visión?
- Estoy de acuerdo con la imagen del filósofo como alguien que
plantea preguntas pero a veces se ha exagerado esta visión. El filósofo también
tiene que atreverse, con toda modestia de este mundo, a dar respuestas. Por
ejemplo, ahora en los hospitales hay comités de ética en los que suele haber
algún filósofo que se dedica a la ética. En estos casos se plantean cuestiones
que requieren una respuesta. ¿Qué hacemos con una madre que puede perder el
hijo? ¿Qué hacemos con el niño al que los padres no quieren que se haga una
transfusión de sangre? Imagínate que le preguntan al filósofo en el comité y
dice que no está para respuestas sino para plantear preguntas. ¿Qué sensación
nos daría?
-Me imagino que no muy buena…
- Es bueno preguntar y cada vez mejor porque cuanto mejor
planteada está la pregunta más cerca estamos de la respuesta. Pero el filósofo
también tiene que atreverse muchas veces a adelantar respuestas porque si no
hasta qué punto no volvería a incurrir en aquello del filósofo en la torre de
Marfil, en esa imagen del filósofo que solo pregunta pero no quiere responder.
TOMADO DE:: JESÚS SANCHO LA VANGUARDIA.COM 10 DE ABRIL DE 2013
ENREVISTA COMPLETA: http://www.lavanguardia.com/vida/20130410/54371069125/entrevista-filosofo-manuel-cruz-libro-filosofo-guardia.html
Al respecto creo que cada persona debe tener una posición filosófica. Por ejemplo yo estoy influido por la lectura del profesor Miguel García- Baró, “Introducción a la teoría de la verdad.
ResponderEliminarLa mayoría de los filósofos han pensado que los problemas de la filosofía es el problema del ser. Y yo creo como el profesor que no es asi, sino que tendría que ser más sencillo este problema es el de la verdad. Cuando aparece algo el hombre lo ha tratado de explicar antes de que piense que esto que aparece debe tener el nombre de “ser”, primero hay que preguntarse si es verdad.
Y ante lo que aparece viene otro problema, la libertad. Pero esta es ya una actividad personal que puede ser pasiva, de apertura, de investigar. Pero tendríamos que tener una responsabilidad por la verdad.
Así tendría que ser la actitud filosófica del futuro, de Verdad y Libertad.