jueves, 1 de enero de 2009

¿Consumimos para vivir o vivimos para consumir?

¿Consumimos para vivir o vivimos para consumir?
Por Juan Manuel Lemes y Cecilia Matteo

¿Cuántos televisores tiene actualmente en su hogar? ¿Cuántos pares de zapatos tiene una mujer en su armario hoy en día que ha usado en menos de cinco ocasiones? ¿Son las festividades oportunidades para compartir y disfrutar o una simple excusa para gastar y comprar? Las respuestas a estas preguntas dan lugar a una reflexión sobre si en la sociedad de hoy en día consume para vivir o simplemente vive para consumir. Es un hecho el que la generación actual consume más que la anterior y así con cada una anterior a ésta, es decir, con el transcurso de los años el consumismo aumenta. Ahora, ¿es tan excesivo/descomunal el aumento para dar lugar a la afirmación ¿Hemos pasado a vivir para consumir?
A continuación abordaremos aspectos sociales, económicos y culturales, y reflexionaremos sobre la distinción entre necesidades y deseos, para pensar acerca de este enigma y determinar si hay una respuesta universal. Sería preciso focalizarnos principalmente en los aspectos cotidianos en los que el consumismo es indudablemente un factor determinante, principalmente en los últimos años.

Para respondernos esta pregunta deberíamos comenzar por definir el consumismo. Entendemos por consumismo una tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios y que además tienen un significado efímero: nada está hecho para durar. El consumo, además de servir para satisfacer necesidades y deseos, simboliza una manera de sobrellevar la inseguridad, expresar actitudes y comunicar un nivel social, transmitir determinado poder sobre los demás, en definitiva, para formar una identidad o confirmarla.
Decimos que los patrones de consumo son sociales. Se puede consumir para subsistir, para expandir nuestra cultura o comodidad, pero debemos saber que hay distintas formas de hacer lo mismo. Las distintas modalidades de hacerlo como defiende Adela Cortina “…están mucho menos ligadas a una planificación racional (que es lo que cree la teoría neoclásica) que al aprendizaje y la formación de hábitos que empiezan en la infancia”. Esto hace énfasis en el rol que juega la publicidad en el consumo, como afirma Cortina anteriormente, involuntariamente la publicidad tiene un papel más importante que la planificación racional en el consumo, pues ya desde la infancia se alienta a consumir determinados productos o marcas.
Por esto, nuestro primer punto a demostrar es que el consumo nos sirve como una herramienta para sentirnos integrados en determinados grupos sociales, esto lo manifestamos al sentirnos más seguros teniendo determinado MP3 o iPod, etcétera. La tecnología está siendo usada para propósitos demasiado comerciales, pensemos; mientras que a pesar de estar en un mundo lleno de expertos en tecnología la cura de algunos virus sigue siendo una incógnita para le mundo de la ciencia; no solo es posible comunicarnos con una persona que se encuentre en el otro extremo del mundo, sino también sentir que estuviéramos cara a cara mediante un celular. Esto muestra la brecha que existe entre los avances tecnológicos destinados al uso comercial y los avances destinados a causas humanitarias. Esto no significa que deberíamos invertir todo nuestro tiempo, capital y conocimientos en las causas humanitarias, pues el afán por innovar y crear nos otorga un número considerable de ventajas. Por ejemplo, de la mano de los sorprendentes y acelerados avances de la medicina, los programas de prevención, a partir de los llamados factores de riesgo han revolucionado, y seguirán haciéndolo, tratando así de preservar la salud de la humanidad.
Observemos los distintos efectos que tiene el consumismo en nuestra salud: por un lado, los avances en la comunicación han influenciado favorablemente la salud ya que gracias a ellos les es posible a los países del tercer mundo recibir los adelantos en la medicina que llevan adelante las potencias mundiales. Por otro lado, la cuarta parte de la humanidad es considerada clase consumidora, es decir que adopta determinado modelo de alimentación, transporte y forma de vida lo que provoca un incremento de los problemas de obesidad, falta de tiempo y degradación ambiental. Más allá de este impacto desfavorable del consumo en nuestras vidas los índices de consumo siguen aumentando con el correr de los años.
El consumismo se ha convertido en un estilo de vida que ha generado una insatisfacción permanente, frustración y trastornos en nuestra personalidad (anorexia o miedo a engordar) al fomentar mediante la publicidad el culto al cuerpo y a la delgadez con productos que prometen belleza, éxito y juventud.
Debemos marcar la diferencia entre los países desarrollados y los que se encuentran en vías de desarrollo, por ejemplo el índice de consumo de recursos como petróleo y metales en Kenia son alrededor de 32 veces menores que en países como Estados Unidos, Japón y Australia.
Otra distinción a señalar es entre las clases sociales y los llamados grupos de estatus como formas de organización social. Como sostiene Adela Cortina “…podemos decir que las clases se estratifican según con la producción y adquisición de bienes, mientras que los grupos de status se estratifican según los principios de consumo de bienes, como representantes de “estilos de vida” especiales.”(1) Los grupos de estatus se determinan por su forma de consumir, estilos de vida teniendo en cuenta que formar parte de uno de ellos significa que la sociedad le reconoce un tipo de honor positivo o negativo. En cambio las clases sociales se definen por la producción.
Esta tendencia de conexión entre estilos de vida con grupos de estatus no es un fenómeno actual, sino una forma de organización social propia de todas las épocas y culturas. Por ejemplo, uno de los ejemplos más clásicos es que en todas las épocas los sectores más altos de una sociedad se destacaban por ser los poseedores de la mayor cantidad de bienes o de la riqueza anhelada dependiendo el momento histórico. Un Rey se diferencia de su pueblo no sólo por el poder de decisión del cual es portador sino también de la cantidad de bienes con los que cuenta. El ejemplo que brinda Cortina de esto es “Emperadores y monarcas ostentan símbolos materiales…” (2)
La economía es un proceso que todo forma, todo influye y todo se ve afectado por el mismo, por eso, si la economía marcha bien la sociedad entera en lo primero que pensará es en consumir más, sugiriendo que con esto mejorará su calidad de vida. Hay quienes dirían que frente a una situación como esta (en la que sus ingresos aumentan) optarían por el ahorro y no por un consumo compulsivo para eliminar el carácter efímero que define el consumismo. Frente a este argumente hay que preguntarse: ¿para qué ahorramos? Para la mayoría de las personas la respuesta a esta pregunta sería para comprar algo más costoso a largo plazo, en lugar de fines alternativos como donaciones caritativas o estudios. Esto nos podría llevar a un problema económico por el conflicto que se produce en cualquier familia entre establecer una diferencia entre el deseo de gastar y el de ahorrar o ajustarse al presupuesto.
Por esta razón las empresas multinacionales justifican el tiempo, dinero y personal invertido en la búsqueda del desarrollo de un conjunto de técnicas para conseguir una producción más rentable y una venta de los productos más eficaz. Podemos afirmar que el marketing se apunta una victoria cuando como sostiene Ekins cuando consigue que la gente “necesite” productos que antes no eran necesarios. El objetivo del marketing es evitar que los consumidores estén enteramente satisfechos. Cuando una necesidad ha sido satisfecha es preciso crear nuevas. Para favorecer esta tendencia se han creado distintos mecanismos para aumentar el consumo y dar salida a la producción como por ejemplo la compra a largo plazo, disminución de la vida útil de los productos, las ofertas, las modas. Hoy en día no encontramos en el mercado electrodoméstico que tengas una vida útil de más de diez años, debido a que son de calidad inferior, en el momento que nos vemos obligados a repararlo nos cuesta aún más caro que el precio original del producto. Según asegura Marcase los individuos estamos totalmente controlados por la necesidades que nos imponen por lo que, generar nuevas necesidades es una estrategia para manipularnos.

Y, si hablamos de marketing no podemos dejar de hablar de publicidad la cual podríamos decir nos influye y esta permanentemente mandando mensajes subliminales que nos van marcando, lo cual influye en que compramos y en cuanto compramos.
Podríamos afirmar que el consumo, en cierto punto excesivo, nos ha llevado a cambiar hasta nuestras relaciones a nivel social, éstas se basan en otros valores. Si es necesario poseer determinado estatus social para sentirse integrado a un grupo que nada tendría que ver con la posesión de algún objeto, entonces, ¿No sería tal vez más acertado decir que los mismos valores han sido cambiados? Para clarificar esta idea podríamos poner un ejemplo. La navidad representa una, o seguramente la fiesta religiosa más importante, en el pasado era destacable el énfasis que le otorgaban al sentido religioso de esta festividad ya sea con importantes ceremonias o para las familias menos ortodoxas una cena familiar. Si bien el significado religioso de la Navidad no se ha perdido, somos capaces de afirmar que se ha convertido en una excusa para los gastos descomunales de la población. Sin ir más lejos, los niños esperan con mucha ansía lo que representaría para ellos la parte más importante de la noche o sea los regalos, o el incuestionable éxito que tienen las rebajas en vísperas de esta festividad. Se trata de diferenciar la calidad de vida de la cantidad de cosas que poseemos.
Decimos que nuestra ropa, bienes, casa, auto habla mucho de quienes somos, hasta con una simple vista podemos dar varias características de una persona. Hasta afirmaríamos , esto muestra una carencia en las relaciones sociales ya que a partir de esto, crearíamos determinado prejuicio, y así nuestra relación no sería la misma. Por lo tanto, podemos afirmar que una posible causa de este consumismo compulsivo es que funcionaría como disfraz para nosotros ya que todos sabemos que con determinados elementos podemos representar lo que queremos ser y no lo que en verdad somos.
Otra razón por la que deberíamos preguntarnos si el consumo esta ocupando una posición demasiado importante en nuestras vidas es que, a pesar del conocimiento de las impactos perjudiciales para el medio ambiente que ahora aún más están siendo divulgados por los medios de comunicación no somos capaces de encontrar una solución a este problema. Un ejemplo claro de esto son los españoles quienes arrojan cada año a la basura 20.000 millones de botellas, 20.000 millones de bolsas plásticas y 2000 millones de latas. Lo que más nos preocupa de esto es que esta manera indiscriminada de consumir estaría poniendo en peligro nuestro bienestar y hasta la supervivencia de la humanidad. Esto nos permite establecer una relación clara: cuanto más consumimos, más afectamos a nuestra ecología. Algunos sostienen que el consumo sería, también la solución a este problema. Nadie sería capaz de negar que la salida a este gran problema que nos esta afectando cada vez más se encuentra también de la mano del consumo (principalmente en la necesidad de cambiar) pero la clave está en que estamos dependiendo demasiado del consumo y no podemos desprendernos de esta relación. Si bien es el “culpable” del problema también es, de alguna manera, el único que podría, a partir de la innovación darnos una salida. Pero la pregunta esta en si ¿es en verdad necesario sufrir las consecuencias del consumismo, cuando con una sociedad menos pendiente del consumismo se podrían evitar sin necesidad de poner en riesgo algo tan masivo como la humanidad misma?
Éste cambio en nuestro estilo de vida, la pretensión por satisfacer esa necesidad que, podríamos decir, engloba las demás “nuevas necesidades” propuestas de distintas maneras es la de llegar a conformar una identidad propia, la cual parece ser adquirida por lo que compramos. Como manifiesta Adela Cortina “La gran batalla ahora es la de expresar la propia personalidad. A través del consumo de trata de atender el mandato de Píndaro: Llega a ser lo que eres” (3) Aunque esto ponga en riesgo nuestra salud, economía y hasta nuestra permanencia en la Tierra.
Por último, lo que debemos tener en claro es que la mezcla entre deseos y necesidades y el contexto cultural, nos podrían hacer dóciles, y hasta manipulables. Lo que, en definitiva, provocaría una causa de infelicidad y una eterna sensación de insatisfacción.
Actualmente, el mundo donde vivimos nos hace adoptar determinado estilo de vida necesario para formar una identidad que hace del consumo la principal herramienta para formarla. Por lo tanto, nosotros tomando en cuenta la evolución del consumismo en determinadas sociedades podemos concluir que somos una sociedad completamente condicionada por el consumo .En un principio los distintos avances tecnológicos y en otras áreas fueron elementos para alcanzar determinado estilo de vida pero se terminaron transformando en elementos imprescindibles para nuestras vidas. Entonces, si bien nacieron como armas para mejorar nuestras vidas se terminaron poniendo en nuestra contra. Igualmente, aún con el consumo indiscriminado de productos, el interés por crear tiene algunas ventajas por ejemplo en el área de la salud o la comunicación.
Podemos decir que pasamos del cartesiano “pienso, luego existo” lo cual conforma una base principal de la modernidad al “compro, luego existo” trasformándose, el gastar en el objetivo máximo de nuestras vidas. Esto con el único fin de apagar ese apetito consumista que nunca se sacia, que nos llevaría a una sensación de frustración. Además debemos tener en cuenta que esta tendencia se vuelve cada vez más sólida con el pasaje del tiempo ya que las sociedades jóvenes se caracterizan por ser altamente materialistas.
Y, para este análisis citaremos lo expresado por Bauman; el termino “modernidad líquida” que caracteriza a la sociedad actual. Es importante destacar que la sociedad tiene una notoria afección al consumo, por el tipo de sociedad en la que vivimos actualmente, vivimos en una (citando a Bauman) Modernidad Liquida. El término líquido se asocia a la sociedad por la condición de los fluidos de no fijarse en el espacio ni atarse en el tiempo. Como sostiene Bauman “Asociamos “levedad o “liviandad” con movilidad e inconstancia: la práctica nos demuestra que cuanto menos cargados nos desplacemos, tanto más rápido será nuestro avance” (4) .Vivimos alimentándonos de cambios espontáneos y de estímulos permanentemente renovados (como por ejemplo las modas cambiantes), que nos separan de lo duradero. La solidez que, hacía de nuestro mundo uno predecible ha desaparecido. Vivimos en una sociedad desprendida de las obligaciones domesticas, deberes éticos y la mutua responsabilidad. Con una notable influencia en las relaciones sociales. Esta nueva sociedad sedimentó un nuevo orden, definido primariamente en términos económicos. Esa condición de descartable de las cosas, el dejar de lado las cosas duraderas y buenas para dar lugar a lo efímero. A través de manifestaciones artísticas como el Pop Art. cuya estética se inspira en la publicidad de las multinacionales, del deseo de establecer sus propias reglas para abrir pase a segundo plano, y de este modo, deje de pensar en lo que realmente le convenga y sea conducido por esa sociedad que le rodea a ese mundo veloz, en el que la velocidad en función del tiempo es lo más importante. Esa sociedad que busca hacerle a uno creer que el viajar liviano es ahora el mayor bien. El consumismo busca que el individuo siga esta línea de pensamiento: no importe cual de los dos productos compre, lo relevante esta en no emplear tiempo haciéndolo, ya que compraremos otro poco tiempo después. Uno debe ser sumamente cuidadoso para no dejarse llevar en gran medida por esta sociedad, porque ya no hay más puntos de referencia. Pero no hay que olvidarse de donde está la causa de estos fenómenos: en la fluidez. Esa fluidez y la necesidad de formar una identidad es la que favorece a las personas poderosas, porque son las únicas que tienen la posibilidad de hacerlo según los criterios planteados por la sociedad actual. Y a los únicos que maneja es a los individuos. El mundo ya esta planteado de esta manera, ahora esta en nosotros la medida en la que nos dejamos influenciar, y en cierta forma, manipular.
Notas


1 Cortina, Adela. “Por una ética de consumo” Pág. 96
2 Cortina, Adela”por una ética de consumo” Pág. 97.
3 Cortina, Aldea. “Por una ética de consumo” Pág.102
4 Bauman,Z “Modernidad líquida” Prólogo.


Bibliografía:

Cortina, Adela “Necesidades y deseos”, en “Por una ética de consumo”
Cortina, Adela “Una ética del consumo”, en “Por una ética de consumo”
Bauman, Zygmunt “Modernidad líquida”.
Schor, Juliet en “The new politics of consumption”
Diccionario Santillana: definición de consumismo.

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