jueves, 24 de octubre de 2013

Popper y la refutabilidad de los enunciados científicos

Popper propone que un enunciado debe ser susceptible de ser refutado mediante la contrastación empírica para ser considerado científico. La opinión del autor, articulada con la crítica que realiza a la inducción como mecanismo lógico capaz de establecer teorías definitivamente verificadas, es que el criterio de demarcación de las ciencias es la refutabilidad de sus enunciados. ¿Qué diferencia existe entre la verificabilidad de los enunciados y su refutabilidad? En palabras del mismo Popper (1977: 39):

El criterio de demarcación inherente a la lógica intuitiva - esto es, el dogma positivista del significado o sentido - equivale a exigir que todos los enunciados de la ciencia empírica (o, todos los enunciados «con sentido») sean susceptibles de una decisión definitiva con respecto a su verdad y a su falsedad; podemos decir que tienen que ser «decidibles de modo concluyente». Esto quiere decir que han de tener una forma tal que sea lógicamente posible tanto verificarlos como falsarlos. Así, dice Schlick: « ... un auténtico enunciado tiene que ser susceptible de verificación concluyente»; y Waismann escribe, aún con mayor claridad: «Si no es posible determinar si un enunciado es verdadero, entonces carece enteramente de sentido: pues el sentido de un enunciado es el método de su verificación».

Ahora bien; en mi opinión, no existe nada que pueda llamarse inducción. Por tanto, será lógicamente inadmisible la inferencia de teorías a partir de enunciados singulares que estén «verificados por la experiencia» (cualquiera que sea lo que esto quiera decir). Así pues, las teorías no son nunca verificables empíricamente. Si queremos evitar el error positivista de que nuestro criterio de demarcación elimine los sistemas teóricos de la ciencia natural, debemos elegir un criterio que nos permita elegir en el dominio de la ciencia empírica incluso enunciados que no puedan verificarse. Pero, ciertamente, sólo admitiré un sistema entre los científicos o empíricos si es susceptible de ser contrastado por la experiencia. Estas consideraciones nos sugieren que el criterio de demarcación que hemos de adoptar no es el de verificabilidad, sino el de la falsabilidad de los sistemas. Dicho de otro modo: no exigiré que un sistema científico pueda ser seleccionado, de una vez para siempre, en un sentido positivo; pero sí que sea susceptible de selección en un sentido negativo por medio de contrastes o pruebas empíricas: ha de ser posible refutar por la experiencia un sistema científico empírico. 



Un ejemplo de la importancia de la diferencia entre la verificabilidad y la refutabilidad de los enunciados, es presentada didácticamente por Chalmers (1982: 63):

Sin embargo, el falsacionista mantiene que algunas teorías pasan de hecho como teorías científicas sólo porque no son falsables y deberían ser rechazadas, aunque superficialmente pueda parecer que poseen las características de las buenas teorías científicas. Popper ha afirmado que al menos algunas versiones de la teoría de la historia de Marx, el psicoanálisis freudiano y la psicología adleriana adolecen de este fallo. Se puede ilustrar esta cuestión mediante la siguiente caricatura de la psicología adleriana.
Un principio fundamental de la teoría de Adler es que las acciones humanas están motivadas por sentimientos de inferioridad de algún tipo. En nuestra caricatura, esta
cuestión se puede ilustrar con el siguiente incidente: un hombre se encuentra en la orilla de un peligroso río en el momento en que un niño se cae a él, muy cerca. El hombre se tirará al río intentando salvar al niño o no se tirará. Si se tira, el adleriano responde indicando cómo apoya esta acción su teoría. Evidentemente, el hombre necesitaba superar su sentimiento de inferioridad demostrando que era lo suficientemente valiente como para arrojarse al río a pesar del peligro. Si el hombre no se tira, también el adleriano puede pretender que ello apoya su teoría. El hombre superaba su sentimiento de inferioridad demostrando que tenía la fuerza de voluntad de permanecer en la orilla, imperturbable, mientras el niño se ahogaba. Si esta caricatura es típica del modo en que funciona la teoría adleriana, entonces la teoría no es falsable.


Referencias bibliográficas
Chalmers, David (1982) ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Siglo XXI Editores, Mexico.
Popper, Karl (1977) La lógica de la investigación científica, Tecnos, Madrid.

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